ALEGORÍA DE LA MÚSICA
2011 Óleo sobre lienzo 125 x 220 cms Colección particular Uno de los momentos más preclaros tratando de buscar una idea bajo la presión de una fecha de entrega, lo tuve cuando casi de la nada, mientras manejaba por la ciudad, me vino a la mente la composición completa de este cuadro. La exposición para la que estaba previsto demandaba de los artistas participantes que, hicieran lo que hicieran, siempre aludieran a la música como tema. Yo ya había garabateado algunas cosas, pero no eran más que lugares comunes con los que sólo habría salido del compromiso, por lo que la visión espontánea de aquella mujer echada, con unas cuerdas atadas a sus dedos que retiraban el lienzo del bastidor, evocando a su vez un pentagrama con sietes aves como las notas musicales, etc., significó una feliz solución de mejor estructura y nivel semánticos, cuyo inusitado y cándido encanto se vio recompensado con una sorprendente admiración del público y una venta inmediata de la pieza.
Tras el feliz hallazgo de la idea, el proceso de realización resultó bastante fluido. Estando prácticamente prefigurada toda la obra en mi mente, determiné las dimensiones del cuadro (la mujer quedaría a tamaño natural) y encontré a una joven modelo de pulidos rasgos rectilíneos, clásicos si se quiere (aunque no toque determinar cuál clasicismo refiero). Un artista amigo, el mismo día en que nos conocimos, viendo la obra en la exposición, me comentó sin muchos esfuerzos evocadores, que aquel sereno perfil de la muchacha le recordaba la nobleza y la dignidad de la “Carlota Corday” de Michelena; recibí con gusto aquella halagadora comparación inesperada, sobre todo por la comprobable cultura artística y general del caballero. Más tarde, a propósito también del perfil de la modelo, uno de los organizadores de la exposición, basado en su intuición, tuvo la amable iniciativa de buscar en la obra interrelaciones que obedecieran a la proporción áurea, y encontró algo. Nunca tuve intención consciente de apegarme a tales proporciones, y de hecho, estrictamente hablando no las hay, sin embargo, si se toma como área a seccionar la que constituye la masa parda del fondo (excluyendo la franja dominada por el azul del cielo, determinada por una línea vertical que toque el punto más a la izquierda de tal mancha azul), el cociente de los lados del rectángulo resultante sí se aproxima a 1,618, y se puede generar una espiral dorada partiendo casi del ojo de la mujer, que evoluciona armónicamente sobre su figura conforme abarca todo el cuadro, hasta empalmar, de forma sorpresiva, con la tela que ilusoriamente se despega del bastidor. ML |