OMNIPOTENCIA
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Abrió la puerta hacia el porche y la calmada pero portentosa energía del alba le amplió los pulmones.
Ese momento único, fugaz, ahí cuando la rapidísima rotación terrestre asesina el momento, bastó para despertarlo del todo. El cielo, que se abría con la desvergüenza de no deberle nada al universo, era un soberano plano continuo de degradación sutilísima, de malva grisáceo a pálido azul, que el parsimonioso sol inminente amarilleaba con desmayo por debajo. La brisa delgada que apenas movía el follaje era el frío aliento de una formidable sélfide omnipresente que lo elevaba en su autoestima. Y en esa inmensidad de uniformidad inaudita y paradisíaca, solo, iridiscente, como un acento de la voluntad divina, un lucero le recordaba con su soberbia y grácil presencia imperial, que el día sería suyo si lo imitaba. Derechos reservados - Marlon Lares, 2017 |